martes, 24 de marzo de 2009

Manuela Uribe Sánchez (Buenos Aires)


Vi la foto del muñeco viejo y además de reirme como una desquiciada, me acorde que a mi hermana le solía (al menos) gustar mucho la cerveza y otras bebidas encontradas en eventos sociales. No crean que me refiero a algo límite ni mucho menos, pero es que nadie se gana gratis en la vida un apodo tan característico como “garganta de lata” o en otros casos menos llamativos “Homero”.

Vale la pena aclarar, que mi post no se centra en hacerla quedar mal… pobre, no sería justo con la causa. Pero al fin y al cabo por algún lado tenía que empezar.

Primero, se me había ocurrido que podría ser la primera en escribir la biografía de Marcela Uribe Sánchez… ¿Suena lindo no?
Pero creo que después desistí, pensando que era más interesante remitirme solo situaciones específicas porque en una vida tan abarrotada de acontecimientos extraordinarios, ¿cómo hacer un recorte que parezca justo y que valore en definitiva lo importante de su recorrido por esta tierra?…
No olvidemos además que muchas de las fechas estarían catalogadas como inciertas, ya que al nacer en 1984 he perdido casi 9 años de ver, con mis propios ojos, las peripecias de Mae. Tratar de reconstruir aquello llevaría a un trabajo de larga distancia y de más tiempo… Algún día sin duda, me pondré en la tarea.

Como decía, creo aun más apropiado ir enumerando algunos datos para mi curiosos que me han hecho acordar de ella. Y digo acordar, en el sentido de darle algún orden a este escrito… porque ella siempre está presente.

Pienso que es imposible intentar hacer un escrito objetivo sobre una persona o en general sobre cualquier tema, pues siempre se está lidiando con la mediación de la propia mirada, la propia experiencia. Mayormente si existe una relación cercana con el objeto/persona acerca de la cual se escribe…. (en este caso mi hermana) …. Aunque no cualquier hermana! Si no una a la que también se le llama parcera, confidente, almohada, alma gemela, media naranja, etc. Es por esto que este texto puede parecer al lector algo caótico o desordenado, y de antemano aviso, no se trata de ninguna ciencia.

Remontémonos a décadas pasadas…

Tengo entendido que cuando yo nací las cosas fueron duras, más para mi mamá, quien al tener bebe nueva, llevó del bulto. En cambio, yo tan tierna en la cuna no podía recibir más por parte de MAE que dulces mimos.
Cuando los años fueron pasando, mi hermana entraba en la ADOLESCENCIA. Pero ojo! No se dejen engañar, pues la de ella no fue cualquier adolescencia!... como podría serlo al final de la década de los 80´S y principo de los 90´S….
Imposible sería que no me detuviera en este detalle, para recordar algunas de las aventuras propias de la época: el copete alf, destinador de fatales consecuencias para algunas de sus usuarias, la media rollito hasta el tobillo que requería más tiempo a la mañana, la camiseta ancha recortada en el cuello o mangas, un toque de psicodelia pero creo yo, más “alternativa”. Las Dr. Martens de variados colores y alturas, las medias pegadas de flores, colorinches o manchas. Los lugares para ir a bailar, siempre con nombres rebuscados que demostraran la mas alta cuota de originalidad, MATA TIGRES, BARBIE, KALIMAN…
UY, casi me olvido, una cuota de rock en español y un poco de depresión. CAIFANES, MANONEGRA, CHARLIE GARCIA, SODA STEREO, LOS TOREROS MUERTOS… ¿cuantos recuerdos no?

Mi hermana no fue una adolescente en continuas trabas existenciales… al menos yo no la recuerdo así (habría que preguntarle a Marie E y a Carlos como la vieron ellos). A mi me tocó más por el lado de la compinchería … ya avanzando en la década del 90, cuando mi hermana solía utiizarme a manera de mascota…. Ahora que lo pienso, más de una vez debió usarme de carnada para alguna salida o algún levante, ¿Quién sabe?
Lo que si es claro, es que tengo que dejar mi cuota en esta parte… creo que la volví loca en unos años. Ella queriendo su independencia adolescente, su sufrir callado de diario, mientras yo no sabia si ser niña o bebé, molestándola cuando ella menos lo podía aguantar. Cartas por debajo de la puerta, bromas malas y un ser metiche rondando la habitación a partir de la tarde, hora en que volvíamos del colegio.

A medida que las dos crecíamos, nuestra relación iba encontrando más puntos en común, a la par de que mi hermana maduraba y yo la veía (en mi pre-adolescencia) como el mejor faro en el cual sostenerme mientras pasaba la marea alta. Nunca temió en compartir sus amigos o sus planes, entendiéndome a mi no como una carga, si no más bien como una compañía que eventualmente sabría valorar y entender esas experiencias, que cualquier niño/a de mi edad no habría de seguro vivido. Y que mejor para mi! … podía llegar al colegio a contarle a mis compañeritas/os que había estado en tal o cual concierto de rock, de punk, de ska, que había estado con los de ésta o aquella banda, mientras me miraban con cara de querer haber estado ahí.
Yo amaba su mundo, sus cosas, sus amigos… no lo envidiaba si no que lo tomaba como ejemplo y me encantaba. Quería hacer cosas como las que la veía hacer. Me acuerdo que llevaba por año un diario al que le ponía tanto esmero. Yo la miraba y pensaba porqué yo no podía hacer uno tan lindo, o simplemente no se me ocurría que decir en él… si había desayunado algo distinto o si en el colegio había pasado algo diferente. Y en cambio, el de mi hermana parecía un mar de palabras importantes, de recortes, de dibujos, tickets de conciertos, cartas, letras de canciones.

Creo que por allá en el 97 ó 98, cuando ella se fue a San Francisco a estudiar inglés por un año, se dio un importante punto de inflexión en nuestra relación “hermanística”. Ese año que no estuvo sirvió para extrañarla y para crecer. Fue un antes y un después…
Cuando la vi llegar de sorpresa a la casa, para el cumpleaños número 50 de mi papá (una tramoya muy bien armada entre ella y mi mamá), recuerdo que no la reconocí (previó semi-infarto de mi papá que no creía que su hija mayor era quien había tocado el timbre y quien además estaba ahí parada, en el umbral de la puerta esperando alguna efusiva reacción de su familia, a la cual no veía en casi 12 meses).
De ahí en adelante fuimos construyendo una nueva amistad, ya que ambas habíamos entendido que la distancia y el tiempo nos habían finalmente, unido más de lo que creíamos. Yo ya tenía un poco más de independencia y comenzaba a interesarme por otras cosas, y AMABA a sus amigos tanto, que nunca olvidaré que en mi cumpleaños número 11 además de invitar a 2 ó 3 amiguitos del colegio, invité fue a los amigos de mi hermana, que ni cortos ni perezosos, ni con pena de ser los invitados de “la niña”, vinieron a celebrar la piñata.

En fin, este escrito está desviando su objetivo: MAE.

Ella siempre tan dedicada a los estudios, calladita en los recreos, preocupada por cosas que no parecían las más comunes a su edad….
El amor le llegó rápido y el desamor también, y cuando digo que le llegó me refiero más a que le dio tres vueltas…. Un torbellino, pobre.
Ahí si, a partir de los 15 y su primer novio, le tocó aprender a pasos agigantados, que la vida traía muchas cosas con las cuales teníamos que lidiar pero sin saber cómo. Yo mucho no podía ayudar, con mi edad no entendía aún de esos menesteres, pero si recuerdo que ella sufría y amaba y era solo eso.
A mi hermana siempre le gustó mucho la música, incluso mucho antes de que se decidiera a tocar algún instrumento. Su placer por variado tipo de música, por las letras de las canciones, por los conciertos, por la movida músical en general creo que motivaron a más de una y de uno (incluyendome a mi). Este gustó la fue llevando por caminos determinados, con gente determinada, gustos determinados, sonidos, espacios, ambientes, situaciones, experiencias. Si alguien hubiera sentido mi orgullo al ver a mi hermana, un ser tímido como único, parada en una tarima tan grande cómo las que suelen haber en rock al parque, tocando el bajo en una banda PUNK!.... quien la conoce sólo de poco tiempo atrás quizá ni pueda llegar a imaginársela. Pero para aquellos lectores inadvertidos más vale tenerlos al tanto de todo aquello que ha permitido convertir a MAE en lo que es hoy por hoy.

Hay tantas cosas que se me ocurren para contar y que me gustaría recordar en este blog… que mi cabeza parece más un frasco de conservas que una idea general organizada. En todo caso, conservas de buena calidad, porque los recuerdos de mi hermana y mios no son si no buenos, excelentes, felices, amorosos, comprensivos, solidarios, y cuantos adjetivos positivos haya en el diccionario.

Cómo no advertirles de las hermosas cualidades de ella. Su siempre sagaz y necesitado consejo, sus palabras de calma en la tormenta, su luz en el túnel, su guía en el desierto. Ella siempre ahí, dispuesta a escuchar, a trabajar, a aprender, a perdonar, a pensar, a comprender, a equivocarse, a arriesgar, a evolucionar, a dialogar, a construir.


Y bueno, me encantaría seguir contando mucho más de lo que aquí ya dije, pero temo aburrirlos.
Si me pongo a pensar, creo que se entendió en estas largas y cortas lineas, el amor profundo y sincero que siento por ella. Así que con eso basta, hay lo mucho y lo poco para dejar algunas cosas a la imaginación o al trabajo de engranaje del recuerdo mental de cada uno y de cada una. Todos compartimos distintas cosas con ella, en tiempos y lugares viariados. Todos podemos decir más cosas buenas que malas, de eso estoy segura…
Así que hermanita de mi corazón, ya sabes que de cualquier forma, manera, tamaño, color, olor, distancia, textura y lo QUE SEA, estaré para ti como el ser mas incondicional que algún día puedas llegar a conocer.
Mi vida doy por ti, mi orgullo, mi respeto, mi admiración.
Gracias por ser la persona hermosa que eres, y gracias a mis papás por haberme dado la mejor hermana del UNIVERSO!!!!!!!!

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